La primera misión desde Latinoamérica a la Luna, diseñada y construida en el Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM, llamado Colmena, viajó a bordo de la nave Peregrin, de la empresa Astrobotic, impulsada por el cohete Vulcan Centauro, que despegó de Cabo Cañaveral, Florida, Estados Unidos.
El lanzamiento constituye un hito tecnológico en sí mismo, ya que ir a la Luna es una de las actividades más complejas que puede realizar la civilización humana hoy en día.
Para el desarrollo de este proyecto se requirió de la participación de aproximadamente 250 jóvenes universitarios de la UNAM, del Instituto Politécnico Nacional, de Chiapas, Guerrero, Puebla, Baja California, y otros lugares del país.
El trabajo de los mexicanos realizó con éxito la miniaturización de los sistemas robóticos puesto que nunca se habían creado equipos tan pequeños para operar en el espacio.
El éxito de esta tarea posiciona a México en el sector espacial a nivel internacional.
Según expertos, viajar por el espacio siempre es un riesgo, porque mientras se está en la Tierra la magnetosfera protege a los equipos de las emisiones del Sol, pero una vez que se llega más allá de 65 mil kilómetros del planeta, la nave queda expuesta al material interplanetario, que suele ser muy agresivo para los sistemas tan diminutos como los micro robots.
El proyecto Colmena es un conjunto de cinco microrobots, cada uno de 12 centímetros de diámetro y una masa inferior a 60 gramos, así como un módulo de despliegue y telecomunicaciones -llamado TTDM-, que suman con una masa total de 600 gramos, y tienen dos objetivos: el primero es estudiar, a partir de la ingeniería, los problemas a los que se enfrentan dichos artefactos en el hostil ambiente espacial y caracterizarlos.
El segundo es analizar cómo es la capa de polvo cercana a la superficie de la Luna, mejor conocida como regolito, cuáles son sus características, los parámetros que definen sus propiedades físicas, a fin de conocer cómo afecta las telecomunicaciones, entre otros problemas.
Pese a que el alunizaje de las abejas no fue posible en esta primera misión debido a una falla de propulsión y fuga de combustible de la nave estadounidense Peregrine, los microrobots mexicanos mantienen plena comunicación con el Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, en México, y de la NASA.
Para 2027 y 2030 se espera realizar otras dos misiones a la superficie lunar y, eventualmente, a un asteroide, especialmente para desarrollar tecnología que se utilice para hacer minería de metales preciosos o tierras raras que en las próximas décadas serán escasas en la Tierra.