Charles III fue coronado como rey en una ceremonia que se llevó a cabo en la Abadía de Westminster en Londres.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby fue el encargado de colocar sobre la cabeza de Charles la corona que lo identifica como el nuevo monarca del Reino Unido.
Tras la colocación de la corona, Charles fue alentado con la frase ¡Dios salve al rey! y posteriormente se escucharon las trompetas correspondientes a la ceremonia solemne.
El monarca recibió insignes reales con las cuales asume sus responsabilidades como el jefe del Estado británico hasta el día que muera.
También se le entregó el orbe del soberano, el cetro con cruz y un cetro de una paloma.
Tal como lo marca la tradición, Charles estuvo arropado con una capa dorada y recibió de integrantes de la iglesia de Inglaterra un guante blanco que simboliza el poder.
Previo a esto fue ungido con aceite consagrado en uno de los ritos más solemnes de la celebración de la coronación.
La coronación como era de esperarse atrajo la atención de fanáticos de todo el mundo y en Londres congregó a un gran número de personas quienes desde principios de la semana acamparon para ver la marcha del nuevo rey.
A este evento estuvieron invitados miembros de la realeza de otros lugares como España, Japón, Jordania, Mónaco, Países Bajos además del emir de Qatar.
También acudieron líderes mundiales cercanos a la figura del nuevo rey, como el presidente de Francia y el Primer Ministro de Canadá, mientras que, de América, el único presidente que acudió fue el de Brasil.
Tras la ceremonia de coronación se dio el momento del saludo real en el que toda la familia salió al balcón del Palacio de Buckingham y saludó a la multitud que se congregó en las inmediaciones.
Con esto inicia una nueva era para la realeza británica tras la muerte de la reina Elizabeth quien fue durante muchas décadas el emblema de esta casa real.