El Día de Muertos es una de las tradiciones más arraigadas entre los mexicanos y las flores de cempasúchil son protagónicas en esta festividad.
Originaria de México, la flor de Cempasúchil es uno de los símbolos más importantes de la celebración de Día de Muertos.
Su nombre proviene del náhuatl Cempohualxochitl y significa 20 flores o varias flores debido a que, generalmente, cada una de las flores tienen pétalos en múltiplos de 20, algunas de ellas pueden tener de 200 a 400 pétalos.
En la época prehispánica, se relacionaba el color amarillo de esta flor con el sol por lo que se utilizaba en las ofrendas dedicadas en honor a los muertos.
Una de las tradiciones más arraigadas en las ofrendas de Día de Muertos es elaborar senderos con las flores desde la entrada de las casas hasta las ofrendas con la finalidad de guiar a las almas hasta los altares.
Además, sirven para adornar tumbas y mausoleos en época de Todos Santos.
Esta flor era considerada por los mexicas como un símbolo de la vida y la muerte.
Los botones de la flor pueden alcanzar hasta los cinco centímetros de diámetro y su tallo mide hasta un metro de altura.
Guanajuato, Hidalgo, Michoacán, Puebla y Estado de México son los que cuentan con los cultivos más importantes debido a que tienen las mejores condiciones de suelo y clima para la producción de la flor, la cual inicia solamente después de la época de lluvias.
En el continente americano se conocen cerca de 58 variedades de esta flor, 30 de ellas pueden ser encontradas en México.
Actualmente, el Cempasúchil no solo es la flor de las ofrendas, sino que se utiliza como colorante para textiles y como medicamento homeopático.
Su colorido único la convierten en la ofrenda perfecta para recibir a quienes ya se fueron.