En la madrugada del 11 de enero de 1967, después de varias noches muy frías y una advertencia del sistema meteorológico nacional, la Ciudad de México, vivió un suceso que pocas veces se ha visto en esta región del país, llenado las calles y monumentos más emblemáticos de la ciudad de una capa de nieve, algo que no sucedía desde 1920 y antes de eso una sola vez en 1907.
Este hecho sorprendió a los habitantes de la ciudad que vieron sus calles y monumentos como el Zócalo, El palacio de bellas artes, monumento a la Revolución y Reforma con sorpresa.
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