Las nieves en el Valle de México son de los postres más buscados por sus sabores, colores y variedad.
De agua o de leche, este postre surgió, en un inicio, gracias a la geografía de la región.
Hace unos ochenta años, la nieve de las faldas de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl era utilizada para la elaboración de helados tradicionales.
El hielo se transportaba en cubos desde los volcanes, en costales llenos de sal, por burros o mulas. Posteriormente, se trasladaban hasta las fábricas familiares donde preparaban estas golosinas.
De acuerdo con registros históricos, se cree que el primer nevero en el país fue Leonardo Leaños, que en 1620, en la época del Virreinato, comenzó la elaboración de nieves de tres sabores: leche, miel y huevo.
Al terminar la Guerra de Independencia, en la Ciudad de México se consumían grandes cantidades de nieves y, debido a su popularidad, surgieron los vendedores ambulantes.
Una de sus variedades más conocidas son las nieves de garrafa, que hasta el día de hoy sobreviven en las calles de México, con pequeñas modificaciones.
Ya sea en cono o en vaso, las nieves son parte indispensable de las preferencias y tradiciones de México y su infinidad de sabores siempre ofrecerá algo agradable para todos los paladares.