Los huauzontles son una de las joyas culinarias mejor guardadas de la gastronomía mexicana.
Pese a que cada vez es más difícil encontrarlas en mercados, estas plantas, que son de origen prehispánico, tienen un alto valor nutrimental.
Su nombre proviene del náhuatl huauhtzontli, donde huauhtli es bledo, y tzontli, cabello; esto es, cabello o maleza del bledo y deriva de su forma ramificada. Su nombre científico es chenopodium y aunque son muy parecidos, el amaranto y los huauzontles no son lo mismo pero están emparentados.
Se ha documentado que durante el mandato del tlatoani Moctezuma su cultivo era uno de los más populares junto con el maíz, frijol y chile.
Su consumo en esa época era hirviéndolos pero a la llegada de los españoles se prohibió su cultivo debido a que se ligaba a ritos religiosos y sacrificios humanos.
Aunque especialistas advierten que su consumo ha disminuido en las últimas décadas, es una planta que se puede degustar en su totalidad pues su tallo también es comestible.
La temporada para consumir este alimento es durante el verano pues es cuando los cultivos alcanzan mejores tamaños. Las entidades donde se producen las mayores cantidades de huauzontles son Guerrero, Tlaxcala y Puebla.
Esta planta prehispánica contiene propiedades nutrimentales y medicinales derivadas de su contenido en calcio, hierro, fósforo, vitaminas A, C, E y complejo B, mismas que estimulan la memoria y contribuyen al buen funcionamiento del cerebro.
También aportan grandes cantidades de minerales como hierro, fósforo y calcio.
Debido a su aportación de vitaminas se han catalogado dentro del grupo de los súper alimentos por lo que son una excelente opción para comer capeados o acompañados de alguna salsa.