Sabemos que la emisión de gases de efecto invernadero acelera cambios en el clima, pero también afectan el agua del planeta.
Los océanos y las fuentes naturales de agua han sufrido alteraciones por el cambio climático y, de continuar esta tendencia, habrá consecuencias negativas para los recursos alimentarios y la disponibilidad de líquidos para consumo humano.
En los océanos, el cambio climático afecta la acidez del agua marina y, junto con el exceso de pesca y la basura, estos es una amenaza para los cuerpos de agua y los animales marinos.
Pero no todo está perdido: la humanidad cuenta con las herramientas necesarias para analizar el problema y buscar soluciones.
Aunque los seres humanos hemos deteriorado no sólo el planeta, sino nuestra relación con él, hay que recordar que la naturaleza es dinámica y cíclica.
Estas características pueden ser útiles cuando la naturaleza provee de recursos pero también cuando impacta de forma severa.
Tener un pleno conocimiento de estos fenómenos permite tener mayor control y estar preparados ante cualquier eventualidad.
También permiten desarrollar proyectos para tener sociedades más sustentables y que estén en armonía con la naturaleza y el entorno.
En la medida en la que se comprenda que la salud humana se traduce en la salud de los entornos y la naturaleza, se podrán evitar mayores daños y la reducción de las enfermedades de la Tierra y la humanidad, apuntan especialistas.
La tarea es estar atentos y actuar en el momento en el que sea necesario.